jueves, 29 de abril de 2010

Verano de 1997

Cuando tenía 14 años para 15, esa frase que decían de "según vas cumpliendo años el tiempo comienza a pasar más rápido" me parecía algo irreal, una situación que no sucedería...Ahora cada vez soy más consciente de esa rapidez del tiempo, como si de un coche al que pisas cada vez más y más el acelerador se tratara.
Recuerdo que cuando acabamos el colegio, una profesora nos invitó a toda la clase (tranquil@s , sólo eramos 6 en clase). En aquella comida nos dijo una frase que se quedó grabada en mi memoria: "Disfrutad de estos años, porque no volverán"...Y es cierto, porque si algo tienen esas edades (los 13-17) es que son etapas de descubrimiento, de cosas nuevas, de aprender, de llorar por lo importante y por lo menos importante, de comenzar a saber en que consiste eso del amor... a golpes de inmadurez, comenzamos a creernos alguien o nos creíamos capaces de comernos el mundo. A veces, intentábamos renunciar a esa parte del niño que aún teníamos dentro, o que aún teníamos fuera, intentando aparentar ser más mayores de cualquier forma imaginable...
Con mejor o peor fortuna, superamos esa etapa, a veces arrastrando sus consecuencias, que en muchos casos, pueden prolongarse en un tiempo muy largo. A veces, la construcción de uno mismo es lenta, requiere de paciencia....
Los recuerdos de aquellos años son muchos...es cierto que el tiempo minimiza lo malo y resalta lo bueno....
Aún recuerdo el verano de 1997. El primer verano. Mi primer verano. Todos los fines de semana descubriendo las fiestas de los pueblos. Todo era nuevo. En el aire se respiraba algo especial cuando salía de casa con destino a una noche de verano. Aún cuando escucho música de aquella época, algo se mueve dentro de mí...no sé explicarlo...sólo se que nunca volverá...

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